Cuenta la leyenda que en el inico de los tiempos estaba prohibido que las hadas convivieran con los mortales por temor a que se crearan vínculos contrarios a las leyes de la Naturaleza.
Algunas hadas desobedecieron las normas de los dioses, y Ariadna, Diosa de la Luna, las castigó condenándolas a ser insectos. Pero a la Diosa no le fue permitido dejarlas sin sus facultades innatas: su belleza, la capacidad de leer los pensamientos, la intuición y el poder convertir los sueños en realidad.
Con el tiempo se abolió la prohibición y la Diosa Ariadna indultó a las hadas convertidas en libélulas. Éstas se habían acostumbrado a convivir con los humanos sin despertar sospechas, sin ser seres extraños, sin tenerse que esconder ante los humanos. Desecharon el indulto y ya para siempre son esas maravillosas criaturas que nos rodean en los bosques y ríos y que su sola presencia nos alegra el día.No debes olvidar que siguen siendo mágicas y su labor es ayudar a que los sueños y las ilusiones de los humanos se cumplan.
No desaproveches la ocasión, si alguna de ellas te ronda, de contarle tus sueños.
Se asegura que si tienes en casa algo que las recuerde, un objeto con su forma, un dibujo, una figura grabada,..., ellas lo considerarán un homenaje y te traerán suerte.
Conxita Gallardo
Psicoterapeuta Transpersonal
tlf. 938757272 / 699401491
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